Fe y Desarrollo como parte del ministerio eclesial.

La historia Bíblica. Un caso de solidaridad en la iglesia de Corinto.

 1Corintios 16:1-4 es uno de esos textos que debemos leer más de una vez. Si es posible en más de una versión. Por cierto, se recomienda una lectura pausada, respetando los signos de puntuación de manera que puedan sobresalir las palabras o frases que más nos llaman la atención del texto bíblico.

Los temas principales en las epístolas escritas por el apóstol Pablo a la iglesia en Corinto son bastante similares en muchos aspectos, más allá del hecho de haber sido escritas a una misma comunidad de fe o por el mismo autor. Ciertamente, el espíritu contenido en ambas epístolas, así como los temas abordados son comunes entre si. Un tema clave en estas epístolas es la solidaridad. Algunas veces ésta se expresaba en la colecta. Pero la colecta distaba mucho de un sistema similar al que se ha usado hoy en día en diferentes contextos. La colecta descrita en el Nuevo Testamento estaba relacionada directamente con la ayuda a los pobres. 1 Corintios 16: 1-4, en sintonía con II Corintios 8-9 hacen referencia a esta experiencia solidaria. También está contenida en Gálatas 2:10, también es abordado en Romanos 15:25-28.

Para las comunidades pobres de la época apostólica seguramente no era fácil despojarse de alguna pertenencia para compartirla con otra persona que la necesitaba. Nunca ha sido fácil dar, pero siempre es mejor si se hace con un propósito claro y transparente. En esto, el apóstol Pablo había logrado avances sustanciales entre la comunidad de creyentes. Él mismo tenía por costumbre estimular la solidaridad entre los cristianos.

En el caso de 1 Corintios 16: 1-4 en particular, un detalle que sobresale es el hecho de que la iglesia de Corinto estaba formada por creyentes gentiles. Este hecho hubiera generado algún nivel de distanciamiento de las necesidades que pudieran haber experimentado los judíos, especialmente por el trasfondo de separación que había caracterizado las relaciones entre ambos pueblos.

Pero no fue así, fue todo lo contrario. De inmediato, los corintios se solidarizaron con sus hermanos en Jerusalén, sus hermanos judíos. Esto sólo fue posible por la nueva cosmovisión que ellos y ellas habían adquirido producto de su fe en Cristo Jesús.

Se debe mencionar que, anterior al caso de Corinto, en el año 45 d.C. la iglesia de Antioquía había hecho un gesto similar. En aquella ocasión encargaron a Pablo y Bernabé para que llevaran un donativo a Jerusalén. Esto pudo haber inspirado o animado la acción de los Corintios.

Se destaca que, si bien es significativa la acción solidaria del pueblo cristiano de la era apostólica, las raíces de estas prácticas provenían desde muchos años antes. El servicio al prójimo era practicado por los griegos a través de una figura llamada ERANOI. Este término era adjudicado a personas que se dedicaban a colectar dinero para ofrecer préstamos a los más pobres. Pero eran préstamos libres de todo interés. Principalmente, se daba entre personas que sostenían una amistad. El mismo pueblo judío tenía en la ley fuertes principios relacionados con la solidaridad y la justicia y podría considerarse la práctica del Jubileo una de las más sobresalientes. El mensaje profético Antiguo Testamentario también estaba orientado en esa dirección. Entre los judíos de la época apostólica, también existía la práctica de la colecta para apoyar a los y las desposeídos y desposeídas. Esto ocurría, en especial, a nivel de sinagogas, es decir entre las pequeñas congregaciones, más que en el templo principal.

El modo de producción en la Jerusalén del primer siglo era el esclavista. La condición de esclavo era el estrato más bajo de la estructura social de la época. Ni siquiera tenían derecho a la libertad, incluso sus hijos e hijas nacían, crecían y hasta morían en esa condición. Por supuesto hubo excepciones pero muy escasas. Sin embargo, la pobreza a la que hace alusión el texto bíblico en estudio es un caso todavía más grave. Probablemente, el origen de la pobreza de la iglesia en Jerusalén fue el resultado de una hambruna provocada por las malas cosechas y por la poca producción del año sabático. Debemos recordar que durante el año sabático no se sembraba la tierra para dejarla descansar; era una costumbre antigua de los judíos (Hechos 11:28). Existen algunos comentaristas que afirman que la situación crítica que atravesaban los creyentes de la época apostólica en Jerusalén estaba relacionada con la práctica descrita (Hechos 5:1-11), es decir, el hecho de traer sus posesiones para que no hubiera otros necesitados, dado que la venida del Señor se veía como un acontecimiento próximo inmediato. Lo cierto es que, es probable que no haya sido una sola variable, más bien, como es usual en la mayor parte de situaciones de crisis económicas, fue una mezcla de factores.

La Solidaridad como expresión de la Cultura Organizacional de la Iglesia Apostólica.

El libro de los hechos nos muestra como la iglesia apostólica evolucionó de un puñado de personas entusiasmadas por una visión pastoral, a todo un sistema organizado de creencias y a una comunidad de personas comprometidas con asumir un proyecto capaz de renovar las estructuras vigentes, incluyendo las económicas, sociales, culturales y religiosas. El capítulo 4 del libro de los hechos, en sus versículos de cierre, nos muestra esa experiencia entre los discípulos, al punto que afirmaban que tenían todo en común y que no había ningún necesitado. Bien se ha dicho que hasta que no se comprometen los bienes materiales, ningún compromiso es realmente completo. Esa comunidad naciente proponía nuevos valores, eran esos valores los que invitaban a los que les conocían a sumarse, es más, el texto afirmaba que era el Señor el que añadía a la iglesia los que habían de ser salvos.

Existe un concepto en el mundo corporativo que se denomina Cultura Organizacional, se refiere a la forma en que, los y las miembros de una organización asumen los valores de la misma; se trate de una empresa privada, institución pública, ONG e incluso iglesias; es la manera en que las personas se identifican con ella y el grado de pertenencia que existe entre todos y todas los y las que forman parte orgánica de la misma.

Existen ejemplos de casos exitosos de organizaciones con una fuerte cultura organizacional y casos dignos de estudiar para su mejora, en distintos ámbitos.

La naciente iglesia apostólica desarrolló una ética de solidaridad que superó los estándares que vivían los habitantes de aquella generación. La época estaba caracterizada por el esclavismo, de manera que había nobles y esclavos, sin embargo, al interior de la iglesia se experimentó un apoyo mutuo. Los miembros de aquella comunidad ponían a disposición, incluso lo que tenían. Nadie decía ser nada suyo como dice la palabra: “Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar. Nadie consideraba suya ninguna de sus posesiones, sino que las compartían…” Hechos 4: 32. Algunos tenían mucho que compartir, otros tenían enorme necesidad. Lo cierto es que los hábitos que fueron desarrollando los miembros de la iglesia apostólica transformaron a la sociedad aún hasta nuestros días. Por eso existe la solidaridad, algunas personas se sienten felices al compartir lo que tienen con otros, aunque vivan lejos de ellos y ellas. Algunos donan para tratar de ayudar a otros. Algunos viajan grandes distancias para servir a otros. Todo es parte de la solidaridad.

La Auditoría del Espíritu Santo. Prácticas éticas en la administración de los bienes.

En el contexto del capítulo 5 del libro de los Hechos se comenta la historia de dos miembros de la comunidad apostólica que se salieron de la norma: Ananías y Safira. Estos dos personajes trataron de burlar el pacto entre la comunidad apostólica. Sin embargo, debemos aclarar que revisando en detalle esta situación en ningún momento lo acontecido no tiene que ver con el robo, hurto o cosa semejante, ni siquiera inmoralidad alguna, sencillamente, trataron de burlar la confianza de aquel pequeño grupo de fieles que trataban de vivir con base a nuevos estándares comunitarios. La historia relata que el Espíritu reveló al apóstol Pedro lo ocurrido y el resultado fue lamentable para ambos. Pero ¿de qué se trató la sanción? ¿Por qué tal drasticidad?; por supuesto sobresale la actitud omnisciente del Espíritu Santo que revela los pensamientos de las personas a Pedro; por otra parte, volviendo al marco que inicia en el capítulo 4, debemos reconocer con franqueza, la gravedad de la falta incurrida.

No era posible que en medio del pacto social comunitario al que se estaban sumando una gran cantidad de personas ansiosas de una nueva experiencia de vida, donde nuevos valores, nuevas prácticas, nuevas conductas se anhelaba que fueran la variante que provocara una profunda transformación en el sistema de creencias de aquella época, por tanto no era posible que aquella visión se viera socavada con esas actitudes, que, a pesar de que podrían haberse abordado como hechos aislados que podían haberse manejado con menos severidad, lo cierto es que lo que estaba en juego era el compromiso con esa nueva visión, con nuevos valores y la actitud de Ananías y Safira, por tanto al haberse dejado de lado, podría haber redundado en una proliferación de hechos semejantes. Por cierto, el capítulo 6 del libro de los hechos nos cuenta el serio esfuerzo por parte de la comunidad de creyentes para atender a las viudas; esto muestra claramente un modelo de solidaridad. (Hechos 6:1-7)

El resultado fue todo lo contrario, hubo más bien una plena convicción de la calidad de servicio que Dios demandaba de sus seguidores y los frutos fueron evidentes a lo largo del ministerio desarrollado por los discípulos y las discípulas de Jesús.

Servicio Social,  Acción Social y Desarrollo Sostenible.

Cada vez es más claro el compromiso de la iglesia en servir a las personas. La Iglesia cristiana, hoy más que nunca, está comprometida en la visitación a cárceles para acompañar a los reos en su reinserción, la construcción de casas para familias de escasos recursos o la atención de enfermos, incluso la apertura de orfanatos o las brigadas médicas, colegios cristianos entre una serie de acciones de servicio a la comunidad, son una práctica cada vez más constante entre las iglesias. Esto es algo valioso.

Hagamos alguna consideración metodológica respecto de esta labor, dado que es ahí donde existen diferentes posiciones por parte de las iglesias en relación con el abordaje de estas acciones.

El enfoque que demos a nuestro compromiso social definirá el método que utilizaremos. Existen, por lo menos tres métodos que se han utilizado en el servicio social de la iglesia en la medida que busca ser fiel al Señor y a su Palabra, a través de la práctica de las buenas obras. El primero se podría llamar:

  1. Asistencialista o, peyorativamente, paternalista. En este caso, el agente de las buenas obras se propone resolver el problema de otros. Procura dar peces al que tiene hambre. Esto es el Servicio Social. Su mayor debilidad es que por no abordar las causas que generan la pobreza se convierte en un ciclo interminable.
  2. El segundo es el instructivo o educativo. Con él no resolvemos los problemas de otros, sino que tratamos de capacitar a la comunidad necesitada para que resuelva sus propios problemas. Se procura enseñar a pescar. Es acción social, busca capacitar a las personas para encontrar solución a las problemáticas que originan la pobreza.
  3. El tercero se ha llamado participativo y se aplica cuando se le permite a la comunidad necesitada definir sus prioridades, y el agente de las buenas obras descubre que el problema de la comunidad no son los peces, sino, digamos, la necesidad de sanear el río. Esto es, básicamente, el desarrollo. Buscar trabajar con las causas de la pobreza

Es importante señalar que, si bien los dos últimos modelos están relacionados con la acción social, es el último el que se define como Desarrollo Social debido a que es el que busca profundizar más en su abordaje las raíces de la pobreza bajo la premisa que al abordar sus causas estructurales, los efectos de la pobreza serán de menor impacto. La solidaridad debe buscar, como aspiración última o como utopía a alcanzar, el desarrollo sostenible.

El teólogo John Stott, en su libro, Issues Facing Christianity Today, sitúa el asunto de la siguiente manera: necesitamos considerar, dice, la relación entre “lo social” y “lo político,” ahora usando esta palabra en un nuevo sentido. Una forma de distinguirlo es a través de la siguiente tabla: