Amor y ternura en las relaciones familiares.

La mayor parte de nuestra condición de salud física y psicológica que enfrentamos en la edad adulta, está determinada por el entorno ecológico y las experiencias violentas vividas en el periodo de la infancia

La primera relación afectiva de las niñas y los niños se realiza en el seno familiar, estas condicionarán su vida adulta, y deben de caracterizarse por ejemplos de Amor y Ternura.

Las investigaciones de Experiencias Adversas de la Infancia muestran las consecuencias desfavorables y la relación con la acumulación de múltiples factores de riesgo, las secuelas de este tipo de vivencias se manifiestan claramente durante la adultez, con consecuencias tan diversas como obesidad, cáncer, diabetes tipo 2, infecciones de transmisión sexual, depresión, intentos de suicidio, estrés postraumático y poli consumo de sustancias, entre otras

Estas experiencias adversas se agrupan en situaciones de abuso, negligencia y disfunción familiar, y la mayor parte de nuestras historias de vida y crianza para bien o mal están llenas de estas situaciones que sin saberlo estamos replicando en nuestras propias familias esposas, esposos, hijas e hijos

Los hogares “cristianos” no se ven exentos de estas realidades, y es que nuestra cultura no solo nos ha condicionado a cierto estilo de vida, sino que nos ha moldeado para construir familias, que en la mayoría de los casos, la ternura y el amor solo están presentes en nuestros discursos o en ámbitos como la iglesia, pero en el hogar, la violencia, los abusos y los malos tratos son la normalidad en las relaciones;  esposos que maltratan a sus esposas, padres violentos con sus hijas e hijos, situaciones de infidelidades, familias sin uno de los padres o con abuelos a cargo; si mencionar un tema tabú como  formas la corrección (Castigo corporal)

En el 2017, según las Juntas de Protección de la niñez y adolescencia, se reportaron 8,914 casos de amenazas o vulneraciones a la integridad personal contra a niñez, de los cuales 6,144 (57.68%) corresponde a castigo físico  y humillante.

Esta dualidad que afecta las relaciones familiares está condicionando a esta generación de niñez, quienes están aumentando sus niveles de estrés tóxico, abonado también por el entorno de inseguridad nacional en donde miles de niñas y niños sufren en silencio abusos y violencia de todo tipo,  hiriendo tristemente sus vidas y sus corazones.

El reto de la Crianza con Ternura es un tema clave a la hora de dar respuesta a esta situación que demanda hacer una reflexión seria sobre las prácticas de crianza heredadas por nuestros progenitores, para cambiar y romper los paradigmas de la corrección con castigo físico y humillante. (Golpes, palos, cincho, chancla, nalgadas, bofetadas, entre otros)

Reconocemos que en las familias salvadoreñas un tema muy debatido sigue siendo la crianza de las  hijas y los hijos, pero la buena noticia es que hoy más que nunca hay información y estudios que permiten evaluar nuestros modelos parentales para cambiarlos si es necesario

Nuestras familias aún pueden experimentar la Crianza con Ternura. Invitamos a padres, madres y cuidadores a amar a sus hijas e hijos de manera incondicional, reconociendo la necesidad de formar nuevas relaciones familiares que reflejen el amor de Dios

Cambiar nuestros paradigmas de crianza no es una tarea difícil, pasa por reconocer el principio de la Epigenética, que nos recuerda que “podemos amar por adelantado dejando una huella de ternura  en nuestras hijas e hijos hasta tres generaciones o podemos herir por adelantado dejando una huella de violencia hoy entres generaciones futuras

Desafío de la Crianza con Ternura.

Romper las cadenas intergeneracionales de violencia y cultivar una cultura de cuidado mutuo.

Como World Vision reconocemos que el mayor ejemplo de amor y ternura es nuestro Señor Jesús, quien nos ama de manera incondicional; quien   tiene para nosotros planes de bien y no de mal; y es nuestra labor seguir su ejemplo y construir relaciones familiares saludables donde la ternura sea el  mediador de la crianza y no la violencia, donde reconozcamos el don de la niñez como una etapa de la vida que tenemos que cuidar como un preciado tesoro. Rogamos a Dios, para que brinde la valentía de vivir la Crianza con Ternura en nuestras familias y eso conlleve a construir futuros más brillantes para la niñez adolescencia y juventud